Pedro Peña, docente de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UDEP, habla sobre la necesidad de implementar programas para mejorar la seguridad en las instituciones educativas.
Por Kattia Cañola. 28 octubre, 2013.Urge la implementación de programas y reformas para mejorar la seguridad en las instituciones educativas; y también, luchar contra el permisivismo y la indiferencia de las familias, asegura Pedro Peña, docente de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Piura.
Refiriéndose al informe de la Dirección Regional de Educación que informa que cien colegios de Piura están en riesgo social, Peña sostuvo que la situación es preocupante, pues escolares y alumnos de las instituciones educativas están expuestos a la venta de alcohol, drogas, pandillaje y otras actividades delictivas cuando las IE “deberían ser las casas del saber y, por tanto, tener la máxima atención del Ministerio de Educación y de la sociedad”. Indicó que es necesario que la sociedad misma cambie su visión acerca de la educación.
El especialista anota que los padres de familia (gran parte de ellos) no se preocupan por el proceso educativo que desarrollan sus hijos: “muchos ni se enteran de sus calificaciones, qué tareas tienen ni qué deben estudiar. Desconocen cuántas horas pasan en Internet, jugando o en el facebook; y muchos no saben si sus hijos consumen licor o drogas en las fiestas juveniles”. Además, comenta, hace falta que les den una adecuada orientación sobre lo que es el amor, la vocación, la moral, etc.
Falta disciplina y ejemplo
De igual forma, Pedro Peña señala que para los educadores es difícil lidiar con la falta de coherencia entre lo que se enseña en los colegios y lo que los escolares perciben en la sociedad: “No tienen ejemplaridad: les enseñamos a ser limpios, a respetar las señales de tránsito, ser honestos y a usar bien su tiempo; sin embargo, la gente bota la basura en la calle; no respeta las señales ni las normas de tránsito; y muchas autoridades y funcionarios públicos son delincuentes de etiqueta. En cuanto a administrar su tiempo, los escolares no logran hacerlo porque en sus hogares dedican su tiempo a ver programas estériles de ideas y prolíficos en vicios”, explica.
“El problema es que no hay disciplina (ni interior ni exterior) porque nadie pone firmeza en el cumplimiento del deber; varios medios de comunicación prefieren publicar más chismes que cultura. Los maestros tenemos el deber de afrontar sin temor esos peligros”, sostiene el docente.
Por una escuela segura y saludable
Pedro Peña señala también la necesidad de diseñar proyectos y programas eficaces orientados a fomentar un ambiente escolar seguro y saludable, pues esto es un prerrequisito para que los procesos de enseñanza-aprendizaje sean efectivos. “Se debe garantizar la seguridad del alumnado, y de todo el personal que trabaja en el centro educativo, pues es un aspecto fundamental y una responsabilidad de todos los miembros de la comunidad”.
Indica asimismo que para detener la espiral de violencia, y patrocinar la convivencia pacífica, “resultaría importante aprender y nutrirnos de las huellas de nuestra historia, para promover y consolidar propuestas de enfoques y programas curriculares en educación para la paz y la convivencia pacífica escolar y ciudadana. Cada ciudadano debe concentrar esfuerzos e iniciativas de concienciación para desarrollar una serie de habilidades y capacidades para formar hombres y mujeres capaces de generar y producir bienestar”, puntualizó.